El bosque no tiene precio

Aunque algunas informaciones indican que la superficie forestal ha crecido en España en el último siglo de forma importante (tendencia europea), todo indica que su calidad ha disminuido según informe de ecologistas en acción.

Al geógrafo griego Estrabón se le atribuye la idea de que una ardilla podía recorrer España saltando de rama en rama. Sea de Estrabón o no, la idea se repite como una referencia a un pasado perdido y añorado. Y es cierto, actualmente los bosques sólo cubren el 35% de la superficie, unas 18 millones de hectáreas. ¿A qué se ha debido esta desaparición secular de nuestros bosques? Un economista diría que se debe a que los bosques no tienen precio; es decir, que los mejores valores que ofrece el bosque a los hombres no se venden en ningún mercado.

En los siglos pasados nuestros bosques, en un proceso que hoy sufre la selva amazónica, fueron talados como fuente energética o aprovechamiento industrial, o roturados para dedicarlos al cultivo o el pastoreo. Los españoles de entonces, como los brasileños de hoy, no encontraban otro empleo del bosque que su destrucción. La madera tiene precio, sobre el bosque roturado pastan las vacas cuya carne tiene precio, la agricultura produce alimentos que tienen precio, las casas construidas destruyendo el bosque tienen precio; pero ni el oxígeno que produce el bosque, ni el paisaje y el ecosistema que sustenta, ni el CO2 que absorbe encuentran de momento un precio en ningún mercado, es decir, estos beneficios se dispersan por la sociedad sin que el propietario del bosque pueda apropiarse de su valor. Se dice entonces que buena parte de los beneficios que produce el bosque son externos. No es sorprendente entonces que el bosque haya retrocedido en todo el mundo. Los economistas dirán que la superficie forestal es subóptima, por debajo de la que habría si los propietarios pudieran captar todo el valor que tiene para los hombres el bosque.

No obstante,  no todo está perdido, algunas actividades rentabilizan el bosque:

  • La caza.
  • La ganadería extensiva.
  • El turismo.
  • Los baños forestales.

Comentarios

  1. ¡Pues al final va a resultar que los bosques tienen mayor valor del que solemos darle! Me parece que tendríamos que tener más en cuenta los beneficios externos de los bosques, como han dscubierto los japoneses, y entonces igual dejábamos de talarlos tanto y empezábamos a cuidarlos. Además, opino que es más rentable usar los bosques para el turismo, la caza o la ganadería extensiva, como pone en el post, que para sacar madera, tierras y suelo edificable.

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